PIENSA COMO UN CLIENTE

Piense como un cliente. Póngase en el lugar de él y pregúntese: Si yo fuera el cliente, ¿cómo  se sentiría con respecto a esto? En lugar de censurar, trate de comprender imaginando por qué el cliente hace lo que hace o dice lo que dice, de ello surge la simpatía, la tolerancia y la  bondad.